Alboroque

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:51

Si pudiéramos ser humanos

Si pudiéramos ser humanos / Ilustración: Julia A. Espadas
Si pudiéramos ser humanos

A ti, a quien odio tanto:

Ya no recuerdo cuánto tiempo ha pasado desde que nos conocimos. Sin embargo el paso del tiempo no me importa. Lo que sí recuerdo es cómo fue nuestro primer encuentro. Me tensé, como si supiera todo lo que ibas a desencadenar. Estaba alerta, todo mi ser lo sabía. No podía apartar la vista de ti. Cuando destruiste la obra en la que puse mi esencia, sentí la furia de la tormenta y el calor del volcán encender toda mi existencia. No albergué sentimientos bellos entonces. ¿Quieres saber qué pensé? Quería destruirte. Quería que desaparecieras.

Yo creaba, tú destruías. Al menos así era desde mi punto de vista. Quizás para ti sea al revés. Tú no piensas como yo, no vives como yo, ves y entiendes las cosas de un modo distinto. Soy consciente de que ambos hubiéramos querido vivir sin tener que mezclarnos. Separarnos y que cada uno hubiera seguido con su existencia. Hubiera sido lo idóneo, pero eso jamás sucedería, y finalmente terminamos por aceptarlo.

Pasamos entonces a una nueva fase. Intentar convivir. Fue un desastre. Estábamos hechos para hacernos daño, para chocar, para ser incompatibles. Sin embargo quisimos hacerlo aún más difícil. Y, ¿qué pasó? Terminé por amarte.

¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía querer a alguien que solo existía para destruir todo lo que yo hacía? Claro, era lo natural. Yo creo, tú destruyes, así es como debe ser. Para eso vinimos al mundo.

Sufría cada vez que me rompías. Tú lo veías, y llegó a un punto donde eso fue insoportable para ti, pero, ¿qué podías hacer? El agua moja, el fuego quema. Así es como debe ser.

Quisiste cambiar, y yo creí que podría ser posible. Quise que amaras mi creación, que pensaras como yo, que disfrutases de la armonía y que renunciaras a lo que eres.

Fue imposible. Sencillamente no podía ser.

Al final todo se rompió. ¿O quizás se arregló? No lo sé. Todo volvió a su cauce. Jamás debimos pretender que fuera de otro modo.

Ahora me separaré de ti, pero volveremos a encontrarnos. Ambos sabremos lo que pasará, que volveremos a tener esperanza, y después volveremos a sufrir. No hay nada que hacer.

Si tan solo pudiéramos ser humanos…

 


 

Joder.

Joder joder joder, ¡joder!

¿Por qué siempre pasa lo mismo? ¿Por qué tuve que conocerte? ¿Por qué tuvo que atraerme lo que hacías? ¿Por qué tenía que destrozar toda la belleza que salía de ti? Nadie me dijo ‘’ve y hazlo’’ Es algo que salía de mí. Sabía que te hería, que te enfurecía, pero eso me gustaba. Te enfadas, me odiabas, ¡lo veía, lo sentía! Pero ibas y volvías a crear algo. No importaba lo que yo destruyera, tú siempre creabas.

Las primeras veces estuvo bien. ¿A quién quiero engañar? Todas las veces me gustaron, pero llegó un punto en el que odié ver el dolor reflejado en ti. Odié verme en ese reflejo. Quise cambiar. Quise dejar de ser quien soy. Si el amor de verdad cambia, ¿por qué yo no podía? ¿Por qué maldita razón yo no podía evolucionar? ¿Qué tengo que hacer para salir de esta espiral? ¿Qué debo hacer para sacarnos de este infierno?

No acepto que esto sea lo natural, lo establecido o lo que deba ser. No soporto que incluso ahora, que todo va a volver a empezar, me mires con ternura y compresión. No lo soporto. Ojalá me odiaras.

Te quiero y te odio. Te amo por lo que eres, y te odio por no poder hacerlo de una forma sana… Bien pensado, esto último es culpa de los dos.

Las cosas, las personas, los animales… Todo lo que existe es lo que es por lo que hace. Si yo soy lo que soy por herirte, y tú por herirme a mi, ¡maldigo nuestra existencia! Ojalá no amara… Ojalá mi corazón fuera tan caótico como el resto de mi ser, tanto que no pudiera crecer nada como el amor que siento por ti.

Tú, que eres el orden, la virtud, lo luminoso, lo limpio… Y yo, que soy el caos, la malicia, lo oscuro y lo sucio. Esto no es justo. ¡Ja! Yo, hablando de justicia. Tú podrías haber traído a mi vida la serenidad del orden, yo podría haberte dado la sal de pasar las barreras de las normas. Pero no. Jamás pudimos alcanzar un término medio, jamás podremos.

¿Ser humanos, dices? Me miras con ternura, con todo el amor que sientes por mí. Yo te devuelvo una mirada llena de dolor. A veces es al revés, a veces soy yo quien, entre el dolor y el alivio de desaparecer, te miro mientras tú lloras por perderme.

¡Es por culpa de los humanos que estamos así! Los humanos crean y destruyen tanto o más que nosotros. Cada vez que talan un bosque me hacen golpearte hasta matarte. El orden natural del bosque se destruye, tú desapareces, y yo me expando de pura rabia y dolor. Cada vez que resuelven cualquier conflicto de forma pacífica eres tú quien acaba conmigo. Ellos sonríen, tú lloras. Y así siempre. De mil maneras. Los humanos no se aclaran entre ellos cuando se trata de nosotros. Entonces, ¿qué nos queda?



 

Me duele. Me duele tanto ver ese dolor en ti… Ya ni sé qué es lo que nos separa esta vez. Otra guerra, otro desastre, alguna decisión hecha por los dirigentes humanos. No importa.

Sé que guardas rencor en ti. Yo guardo envidia. Si pudiéramos ser humanos… Ellos, que de la misteriosa oscuridad llenan una nueva vida con luz. Ellos que, aunque destruyan la armonía del bosque, crean lugares para vivir donde nacen y se desarrollan tantas cosas. En realidad, si lo piensas, deberíamos aprender de ellos. Hacen de la destrucción un nuevo comienzo, repiten siempre el ciclo. Hacen de nosotros una sola cosa… Ojalá nosotros pudiéramos ser uno. Ese es mi estúpido deseo inalcanzable.

Pero desear eso no tiene sentido, ¿verdad? Somos lo que somos, y así es como siempre será.

Mi amor… Mi odioso imposible amor. No llores. No quiero reflejarme en tu dolor.

 

¿Cómo no voy a llorar? Juntos podríamos haber sido felices. Habríamos llorado, reído… Habríamos vivido como viven los humanos. Pero no pudo ser. En su lugar, ellos aprendieron a vivir como deberíamos haberlo hecho nosotros. ¿Por qué ellos pueden ser libres para elegir qué ser? ¿Por qué a nosotros no se dos dio ese privilegio? Les odio por no comprender el don que tienen. Malditos estúpidos… Si solo entendieran… Si solo entendieran lo maravilloso que es tener libertad para amar y para vivir.

 

Pero no lo harán… Porque son tan hijos tuyos como míos. Crean y destruyen, aman y odian, aciertan y se equivocan. Y con todo eso crecen. Con todo eso alcanzan la plenitud en sus caducas vidas. En cambio, nosotros, siempre estaremos aquí… Mostrándoles tanto caminos como podamos. Así es su vida.

 

A costa de nuestra felicidad, esa es su vida… Pero es algo que creamos tú y yo. Mi mayor tesoro, lo único a lo que puedo  aferrarme y lo que me separa de ti.

Cómo les odio… y cómo les amo.